Bach: The 6 English Suites

Las Suites inglesas de J. S. Bach conforman el imponente y majestuoso segundo volumen en el proyecto del pianista Francesco Tristano de grabar toda la obra para teclado del compositor barroco. Probablemente escritas hacia 1714, cuando Bach vivía y trabajaba en Weimar, estas suites reúnen una serie de movimientos de danza que, estructuralmente, se asemejan en estructura a las Partitas para teclado y las Suites francesas. En lo musical, sin embargo, parecen ir un paso más allá. “Son únicas”, dice Tristano a Apple Music Classical. “Para empezar, cada suite tiene un movimiento inicial extravagante, virtuosístico y extremadamente difícil de tocar”. Y luego están las gigas finales, que Tristano describe como “bellamente complejas, exuberantes y totalmente absorbentes”. “El Prelude inicial de la Suite No. 2 en la menor es realmente Bach en su faceta más rítmica”, añade Tristano. “Es muy claro cómo juega con la conducción de las voces y cómo cada mano imita a la otra. Hay una igualdad total entre ambas manos y eso es impresionante”. Como ejemplo de una giga, Tristano señala el movimiento final de la Suite No. 6, una declaración final extraordinaria que cierra el conjunto de forma inesperadamente breve. “Es bastante extravagante, con su uso de cromatismos, trinos, saltos, acentos y disonancias. Es un Bach desatado… visionario”. Entre los distintos movimientos, hay algunos que, a primera vista, parecen ofrecer un respiro al intérprete. Para nada, dice Tristano. “Hace un par de años toqué la Suite inglesa No. 6, con su increíble apertura, probablemente uno de los movimientos para teclado más intrincados y difíciles que escribió Bach. Al llegar a la Allemande, después del Prelude, pensaba: ‘Bueno, ahora sí puedo relajarme un poco’. Pero esta Allemande es en realidad muy detallada y sutil, con armonías sorprendentes y giros armónicos inesperados, así que no puedes relajarte en absoluto. Cada movimiento exige total entrega y concentración”. Hay una claridad inconfundible, casi forense, en la forma de tocar de Tristano, en gran parte porque evita el uso del pedal de resonancia, un mecanismo que levanta los apagadores de las cuerdas y ayuda a lograr un sonido ligado. “Conozco pianistas que usan el pedal muy bien, pero para mí interfiere con la polifonía”, dice Tristano. “Aunque cuando toco en vivo, a veces, si repito una sección, puedo usar el pedal suave para simular un cambio de manual en un clavecín”. El característico tono brillante del piano de concierto Yamaha CFX que utiliza Tristano también aporta a la transparencia del sonido, permitiéndole alcanzar una textura percusiva que crea un puente entre el piano y el clavecín. “Para mí, lo más importante de cualquier piano es la fiabilidad de su mecánica”, comenta Tristano. “Eso es lo que me permite tener un control total del instrumento. Especialmente en la música de Bach, donde no se usa el pedal y cada voz tiene el mismo peso, necesito que el instrumento responda exactamente a lo que hago con la yema de los dedos. Al final, el teclado es una máquina… así que hagámosla brillar y que tenga swing”.